La plaza principal de Duraznopampa

Las calles discurren derechas, abren camino a la plaza principal, unas cuantas casas ataviadas de blanco le acompañan sin parar, le miran de frente y sin titubear, contemplan su verdor, el jardín, el aire fresco que despeja las mejillas y aparece por las rendijas de las ramas de los pinos altos, los de ñaupa, o los actuales, ¿quién sabe?; de cuando inició su proceso de centro pampino quizá, de lugar de encuentro, de romances ocultos poniendo de testigo a las bancas y la oscuridad quizá, de alguna mirada perdida y de otra por encontrar conquista; del centro de carnavales en febrero y de procesiones en octubre y fiesta patronal.

La escuela le acompaña, no tan cerca, un tantito de espaldas, la Municipalidad como tantas, mira del otro lado. La iglesia es la dueña del espacio principal, ella sigue intacta con su señor de Milagros y su altar. Unas esquinas de la plaza hacen de punto de reunión de jóvenes que tienen al jolgorio como don mayor. La otras comunican, llevan traen, despiden y reciben; invitan el paso, alientan el ánimo, promueven las carcajadas, facilitan cercanías, alientan el recuerdo… en la plaza de Duraznopampa, allá donde los domingos los paisanos se confunden y al forastero le gusta visitar.
…los pinos altos, los de ñaupa, o los actuales aún están presentes…