La sierpe cristalina, Huaylla Belén

Suéltate el pelo entrégale al viento, otea como fluye la vida por allí dentro; silbidos, relinches, miradas vivaces, pacíficas y cálidas se trenzan, se te abalanzan. En la cavidad del monte se abre, en meandro cual Amazonas; afable y grato transita en pleno verdor, el Huaylla en el Belén, el Belén en Huaylla, hace S, una y otra vez… llevando en sus venas alimento a los chicos y aliento a los grandes que jubilosos y recios comen de su pecho.
Melenas largas y ojos fijos mezclan su estancia, caminan sincronizados y francos con los otros ganados; la neblina de la mañana y el tinte del sol cuando se pinta la tarde. Piedrecillas visibles imperceptibles se mueven con algún suspiro. De cuando en cuando un chillido, rara vez un motor encendido, solo trote y mugido.

Desde las alturas, quizá por el Tillo, la plenitud se acerca y encoje las entrañas paralizando la extrañeza y despertando interrogantes desde las propias fibras del ser; por allí, caminaban los antiguos, hasta Vilaya o al mismito Kuelap. Por allí, los ancestros cultivaban amenizados con el sonido silencioso del Huaylla con el prodigio del Belén.
Suéltate el pelo entrégale al viento, deja que tus ojos más allá de las distancias se postren ante la sierpe cristalina, el Huaylla Belén.

Por aquí caminaban los antiguos, hasta Vilaya o al mismito Kuelap. Por allí los ancestros cultivaban amenizados con el sonido silencioso del Huaylla con el prodigio del Belén.
Aunque el frío aumenta y tu nariz se te enfría de a pocos, la tranquilidad aumenta y tu energía se renueva en el Huaylla Belén

