Buenavista, la ventana al cielo… en Quindío -Colombia
En Buenavista municipio de Quindío en Colombia el asombro queda chico, con delicada minucia los ojos recorren cada pedacito verde y se pierden entre el cafetal, la cercanía humana del encuentro y el tinto de la tarde.
Este fue uno de mis mejores destinos de viaje, en él he encontrado a flor de piel la vida rural de la tierra querida de Colombia o los que otros llaman “la verdadera Colombia”. Buenavista se extiende a sus anchas desprovista de multitudes apabullantes de llamados turistas y de la infinita bullanga de las escenificaciones a ojos vistas para complacer al extraño.
Buenavista es una alfombra verde que se despide de la nieve y va mostrándose de a pocas con infinito sosiego. Se viste en las madrugadas de blanco, de blanco opaco, pero de blanco al fin. Emerge fabulosa y sacudiendo el atavío desvela su rostro verde.

Los cafetales manan aromas, despiertan tersos de contentos por entre plantaciones de plátanos y se mueven secretos por entre los bananos. Caminan entonces los labradores con sabiduría en mano, con el machete en su funda, brazo de acero del país, usado toda una vida. También se oye música que van llevando para animar a la tropa, le saluda el tinto y les despide la arepa, el sol juega en los caminos, y al final de la tarde debajo del azul del cielo se despide y deja caer la noche devota de finura.
Las sonrisas y las vírgenes se van por la misma senda, las sonrisas son de los niños y los vírgenes todavía del labrador. En la calle corre el sosiego, y el corazón no se cansa, se le pasa cantando le provoca quedarse porque está amañao’.

¡Y Doña Lina me dice, el café aquí en el Quindío ufff!! Ya tiene años eso como en 1850 ya se cultivaba por allá, después los colonos ya lo traen y hay café en cada pedazo de este país, y todos tomamos tinto. Y póngale, yo tomo por ahí de siete a diez tintos al día. Llega por los religiosos, ellos llevaron la semilla del café. Y ahora nos hace mover todo. Mantenemos entonces. Porque esta tierra es más bien buena para el cultivo. Me sonríe y termina el último sorbo de tinto.
En el tinto: El paladar se desliza un poquitico amargo iniciando y después el envolvedor aroma endulza la garganta y empuja a la charla, en la casa de Nelson el Macondo de Buenavista. Nos lleva allí, por los pasajes mágicos de Gabo y su Macondo. Y en el parque están los cafés puestos.

Las gentes la pasan andando por los parques, del lado del Willis, carro, por los caminos, y entre los senderos que como brazos abre Buenavista y se extiende para Pijao y Armenia, para las veredas y las Mercedes, para las Fincas y hasta el Valle del mismo Cauca.

Sus casas brillan de belleza colosal y colorida, van mezclando minuciosamente como flores llenas de adulados colores que se mimetizan con jardines colgantes y columnas que sostienen esbeltas el rededor del aposento. Aquí el tinto, la gata, la agüita de panela con queso, un paseo en cicla, un menudo meneo de parapente, tres cantos del azulejo o el barranquero, el sonido de la belleza en libertad que emiten las mariposas y un casual encuentro de una apuesta chapolera, siempre están a la orden.

Estas son otras vistas en Buenavista, en el Quindío colombiano









Excelente Post, sobre esa zona de Colombia. Saludos desde Bogotá
Gracias por pasar por la página, vetedeviajeconsulting. Buenavista es una zona muy bonita y poco visitada, así que es un lugar muy recomendado para hacer actividades de turismo vivencial – rural.
Saludos desde Perú.