El encanto andino de Julcán, La Libertad – Perú
Ojos centellantes de emoción divisan el horizonte de gualdo a verde fresco, de cetrino a verdinegro; en las planicies de los cerros donde se estiran a sus anchas las papas y el trigo. Allá donde el sol se desnuda muy de mañana para saludar las ovejas que dan los buenos días desde el umbral de su casa y al chancho que olisquea su perol de comida. Allá donde antaño Madalengoytia hacía alarde, allá espera el Julcán Andino.

El considerado frío disimula su acecho, y se ahuyenta con el viajero que se reconoce en las paredes de adobe de tierra y las tejas de barro, en los balcones que sostienen pacientes faldas y sombreros, mientras la bóveda celeste estrecha, conjuga la mismísima pintura de Flórez o Castillo, con pinceladas inmejorables y tintes completos.

La sopa de trigo o murón o morón como quiera llamarse, espera calientita y la cancha en la casa siempre está a la mano para paladear y gustar, para llevar y continuar camino, dar media vuelta a la villa y tropezar con un borrico de leña en la espalda y compañero del perro de las mujeres y del vacuno que vienen de pastar o van a pacer. Discurre el día y el pensamiento carente de apremio y al tiempo, se desplaza Isaac a delante, afable, con poncho y música que oculta debajo.
Doña Silvia vivaracha, de falda y pantalón, don Genaro de poncho y sombrero y con la pala al hombro dan razón; curiosos y amistosos: “pua allá los Rosales, o la Victoria mamita”, dice de corazón, mientras en la escuela huronea Violeta ora festiva ora cautelosa. En las chacras entonces, antes que se anuncie la tarde la yunta se bate tapando la papa que la de sombrero caqui se esmera poniendo en hilera.

Y cuando las agujas de Violeta cesan para enseñar su casa, la consigna lo escribe Kanka “FELIZ VIAJE LOS DESEA EL PATRONATO CULTURAL DE KANKA” y Julcán el Andino espera próxima visita.

Aquí están los horizontes más subliminales










Fotos : Florian Pontoire