Qué ver en Paquishca, Perú

La Paquishca
El silencio está agachado y el sosiego es travieso en las calles de Huaraz; hasta cuando arrecia la noche y el pie de la mañana toca el suelo, el trajinar, impulsar y mudar se conjugan de inmediato desde la plaza del mercado pasando por cada una de sus esquinas, atravesando minuciosamente sus arterias en las que fluye el trueque, ventas, visitados y visitantes, labores y melodías. Por el desvío a Unchus continúan solo motores para la pequeña distracción del silencio y la flora indolente sigue en marcha hasta más allá, hasta Paquishca donde la ceja impide distracciones y clama la admiración, dando indicaciones: ¡pupilas arriba!, para los salpicones verdes, o los tapices de cuero, el caminito, o la casa de Pedro que está en plena construcción, en la que Isidora abierta de manos invita a pasar y extiende risueña el cuchi canca y la conversación.

El río continúa diligente su labor frente a Paquishca y las mujeres mantienen su sonrisa estampada en sus rostros, en sus cachetes rojizos se resbala la alegría y las palabras de encuentro, de miradas que internan en la cotidianidad y el descubrimiento de uno en la mirada de ellas, o en los sombreros de copa alta y colores oscuros que se sostienen medio en la mitad de la cabeza mientras se menean acompasadas, sin ingresar completamente ni sin salirse con demasía en la coronilla.
Los niños se retratan en compañía del aire frío que corre silbante por las rendijas de las ventanas. En La Paquishca la de Huaraz no hay distancias, sólo estrecheces de ambos lados; desde lo alto en el hábitat de la papa y su cosecha y en la ladera donde el ichu se prepara para juntarse con la tierra en una mezcla blanda amoldándose a rectangulares formas que una a una van dando forma al contento de Pedro y su familia.

Acarician el festejo de tratarse, la noche se viste de fiesta en la hospitalidad de Paquishca. Y completa y entera se contempla la armonía al siguiente día. Cuesta arriba, “las Chullpas subterráneas de Jancu” dice Isidora sentada sobre la coronilla. “ Te digo he!, para la próxima, desde acá ya se ven los nevados, más allá lagunas Churup, también laguna de Sháyapu” Aquí ya es Jantu, te falta ver más todavía. “¡Para la próxima ya!” dice Isidora, otra vez.

¿Qué hay para ver en Paquisca?…La sonrisa de Julia, la bondad de Arminda, y la amistad e Pedro…








Si van a ir a Paquishca les recomiendo visitar a la familia de Pedro, lo encontrarán con facilidad su casa, está en la entrada del pueblo, él es excelente anfitrión.