Cajay en Ancash

Cajay, en Ancash Perú, Cajay el Azul
Déjame ofrecerte, déjame invitarte a mi casa, de la plaza ahí no ma”. Dice dulcemente Emiliana. Yo tengo una tiendita”.
Varias curvas sortean los carros, urdiendo paso a paso su llegada hasta Cajay. La partida: desde una de las esquinas donde se detiene Maura día a día a expender el chocho o desde aquel costado donde don Gil deja pasar la festiva tarde situando la pierna derecha por delante del banco. Desde algún punto de Huari, los unos y los otros van a Cajay, de visita o de residencia.
Después tantito, en las puertas resultan parados la primera pisada y la primera mirada, lo pintan de color azúl, o azúl – celeste. El Cajay, dispara las curiosidades de allá adentro, del pecho, mientras sacude algún frío venidero desde las faldas y las gallinas medrosas con su gutural sonido por las esquinas animan la llegada y en media acera se sacuden para alegría de doña Sofía.

Sofía, expresiva y paciente saluda primero y fácilmente convoca la parla, su español lento sumergido en el quechua anima el espíritu de la visita. Arroja la primera pregunta de inmediato, y la comunicación va causando diferentes fisgoneos.
Como se dice “¿Qué haces en quechua?,”. — “Imata rureykanki“ responde complacida Sofía. “imato ruyee”. –No “Imata ta rureykanki” — “¿imara rura?, Emiliana corrige por segunda vez y por tercera vez “Imata rureykanki”.
“¡Difícil es pue’, si pue’ quechua, los ni’ niños captan muy fácil!. Yo antes solo quechua, hablaba, total, total no entendía; ¡pa’ mi español también difícil pe’, pero aura’ si poco a poco yo aprendí! Y pa’ escribir un poco pesadito el quechua”. Dice Sofía
–¿Y mujer como se dice?
–Warmi
–Y hermano
–Wuayuique
— Y hermana
–Nañayqui, contesta Sofía la risueña, en medio de la tarde que ya viene cayendo.

Subiendo por una de las callejas, saluda el burro y el caminante, poquitas miradas de incógnitas despiden. Allí está Emilio, cuenta los jornales: “Antes costaba 10 céntimos el jornal dice, en faena trabajaban, había que buscar leña, ahora sembramos Eucalipto ya. Antes los primeros pobladores estaba don Pedro Aguirre que vivió mucho tiempo. Y acá celebramos a San Pedro de Cajay. Deben quedarse para la fiesta, para ir y venir hay carro todo el tiempo”, dice Emilio.
Y se arrea mano a mano el ganado al corral y de cada quien llevamos adioses y promesas de nuevas bienvenidas.





